El silencio
y la duda eran visibles y concretos,
los
paraguas afloraban…
y las gotas aumentaban por momentos.
Con cara
de circunstancia desconforme andaba el
clero,
las
autoridades inmóviles contemplaban el amplio revuelo.
Congregados
los feligreses unían enérgicos sus rezos,
mientras un
discreto poeta bajaba la mirada al suelo.
En más de
setenta años habidos y por haber,
nadie
escribió un poema al bueno de San Andrés.
Ilusionado
estaba el Santo tras recibir un poema,
más sin
consultar con él lo archivaron en la carpeta.
Qué la
lluvia limpie y purifique…
cavilaba
pensativo San Andrés,
algo
molesto y descontento por el dichoso traspiés.
A
hurtadillas el poeta recitó con voz tenue al Santo,
más por
orden divina del cielo la lluvia seguía manando.
Tan solo
el poeta y el Santo comprendían aquel tumulto,
más nadie
entendió en concreto
la peculiaridad del asunto.
Tomen
nota señores de este enojoso agravio…
jamás un
sencillo verso se le debe privar a un Santo.
©Pilar
Contreras Moreno
¡Ole el arte del buen hacer!
ResponderEliminarBien escrito y lleno de genialidad.
Felicidades amiga Pilar.
Besos
Gracias amiga Julia. Un besazo!!!
EliminarMuy Interesante!!
ResponderEliminarUn gran abrazo
Otro enorme para ti. :)
EliminarQue bella tu entrada!!
ResponderEliminarBesos
Feliz fin de semana llesin.
ResponderEliminarQue bello poema, un secreto bien guardado entre el Santo y el poeta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambar