Os voy a
contar la historia de una triste pandemia
cuando un
terrible virus irrumpió en el planeta.
Corría la
primavera del año dos mil veinte
ciertos
humanos ya predijeron de ser un año diferente.
Los años
bisiestos considerados fatales
increíbles
creencias para muchos de los mortales.
El estado
de alarma fue impuesto a sus gentes
se cerraron
parques y escuelas y todo cambio de repente.
Así
contaba el suceso una fugaz golondrina
que
detuvo un día el vuelo posada sobre la Ermita.
Los
gorriones la escuchaban sin parar de dar saltitos
¡menuda
tranquilidad irrumpió el más gordito!
Una
alondra que pasaba se detuvo en el Altico
y observó
con añoranza la ausencia de los chiquillos.
Metidos
en conversación decidieron unir sus vuelos
y así fue
como descubrieron el clamor de todo un pueblo.
A diario
los balcones desterraban el silencio
con
vítores a sanitarios, policías y bomberos.
Los más
pequeños mostraron un coraje ejemplar
amplios arcoíris
pintados con un lema singular.
#YomeQuedoenCasa
o #Covid-19TeVamosaGanar
Y aunque
resulte extraño hay que admitir abiertamente
que la
naturaleza recuperó su ritmo de forma paulatinamente.
Y las
personas comprendieron la transcendencia de poder sanar
sin
olvidar la pandemia y el mensaje de saber amar.
Pilar Contreras
Moreno