Tibia esperanza

Reposición

Radiante irrumpe la primavera con sus brotes tiernos, de nuevo su savia desliza un manto verde de claro misterio.

Sobre el paisaje abstracto y seco, un halo de luz bosteza despertando con flores de dulce almendro.

Abril nos ofrece la pasión y el encuentro, caladas ausencias e inmensos anhelos.

Subyace en el tiempo la calandria y la aurora, el amor incondicional de la madre que eternamente espera, sufre y añora.

Generosa la canela expande su aroma cernido, como llave primorosa que impregna nuestros sentidos.

Se priorizan los abrazos rememorando viejas nostalgias, túnica y hombro se funden junto al tiempo y sus distancias.

Blancos cirios encendidos claman en la oscuridad, fortalecen los desvelos, la angustia y la soledad.

Un lucero peregrino ha mermado resplandor, cegado por la injusticia que emana de la sinrazón.

Pétalos de violetas acarician asperezas, marchitadas por el dolor desgarradas por la inconsciencia.

Esa cruz de madera que persiste en la alborada, donde no cabe el desencuentro tan solo tibia esperanza.

El romero en el aire dulcifica los letargos, “silencio, redoble y tambor”, aguardan la bendición sobre el Monte Calvario.

©Pilar Contreras Moreno