A
veces nos visitan días
con una inmensa quietud de mar,
un
embeleso azulado
de aturdida tonalidad.
Amaneceres
salpicados
de un estallido primaveral,
despojados
de dudas
y condimentados de sal.
Mil
caricias que resumen
un placer por descifrar,
vigoroso
ímpetu
sobre un instante fugaz.
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