Ese sonar de aldabas me levantó del sueño,
sobresaltó mi corazón dormido.
Cuánto ruido trajistes a esta casa.
Qué músicas extrañas,
qué silencios no oidos.
Un aroma de mar invadió las alcobas.
Todos los corredores se llenaron de tí
y olvidaron de golpe su soledad de siglos.
PIEDAD BONNETT
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