Abrumado
el silencio gime en la oscuridad
arropado
de angustia y desesperación
como
un ángel abatido al cielo mirando
llorando
le clamas a Dios.
De
puntillas se alejó la ternura
hacía
un país en penumbra
donde
nunca el amor existió
la
amargura invadió su cocina
la
tristeza en su hogar se filtró.
El
calor de su sangre le obliga
a
olvidar lo que ayer ocurrió
y
así van pasando los meses y días
naufragando
el respeto amor y pasión.
Su
huella en la arena se hunde,
una
ola con ella la quiere arrastrar
sobre
el agua un hilo de voz le susurra
“la
esperanza”…
con
el tiempo regresa
al
lugar de donde nunca se debió de marchar.
Otoño
emigratorio de sueños
gélida
estación del corazón
donde
se usurpan vidas y proyectos
marchitado
amor sobre un jarrón.
Cuando
por fin florezca el almendro
cuando
el sonido de la luz le calme el dolor
celestes
hadas madrinas
serán
sus damas de honor.
©Pilar
Contreras Moreno
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